Estudio bíblico de 2 Corintios 1:4-20


2 Corintios 1:4-20
Estuvimos observando en esta primera sección de esta Segunda epístola a los Corintios, que abarca los capítulos 1 al 7 en nuestro Bosquejo General de esta carta, que nosotros tenemos el consuelo de Dios para los planes de la vida, párrafo que se extiende desde el versículo 3 al 24. Y al finalizar el programa anterior, hablando del Espíritu Santo surgió la pregunta: ¿Qué es un consolador? Escuche estimado oyente, no es alguien que simplemente se limita a besar la herida. Es un ayudante, alguien que fortalece, un abogado. Alguien llamado para ayudarme, para darme fuerzas, para aliviar mi soledad, para mitigar mi dolor, y para calmar mis temores. Él quiere ser mi auxilio en momentos de sufrimiento o problemas sin solución. El Salmo 30:10 dice: "Escucha oh Señor, y ten piedad de mí; oh Señor, se tú mi socorro". Ése es el lamento de un alma que necesita el Consolador; y Él es el Dios de toda consolación. O sea, que el origen de todo consuelo en medio de las aflicciones, es Dios mismo, a quien el apóstol Pablo dio tres títulos: Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de toda consolación.
Ahora, en el versículo 4 de este capítulo 1 de 2 Corintios, leemos lo siguiente:

"el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier aflicción, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios".

Así como los dones espirituales no estaban destinados únicamente para el beneficio de quienes los recibían sino que cada creyente, a su vez, tenía que usarlos para el provecho espiritual de otros, así también, el consuelo recibido de Dios capacitaba a los creyentes para consolar a quienes lo necesitaban.
Eso es lo más importante que debemos destacar en esta ocasión. Es algo maravilloso lo que tenemos en Dios, quien nos puede consolar en todas nuestras aflicciones. Una cosa es tener consuelo cuando está el sol brillando y todo parece ir bien, y cuando alguien nos anima y estimula; pero cuando realmente necesitamos consuelo es en los momentos de tristeza o cuando tenemos dificultades y problemas.
Y vamos a poder ver más adelante que el apóstol Pablo experimentó esa clase de consuelo cuando se enfrentó con aflicciones y dificultades. Es que nosotros necesitamos la seguridad de la presencia de Dios en todas las circunstancias de la vida. El área de mayor necesidad para nosotros es cuando sentimos la soledad en las horas de desesperación de nuestra vida.
El cristianismo es solo una teoría para muchas personas. Para otros es una profesión. Y para muchos creyentes profesantes, es simplemente algo como un traje o un vestido que uno se pone en ocasiones especiales, y que resulta cómodo. Es un ritual estancado y un vocabulario vacío de significado, que no revela vida espiritual. Estimado oyente, permítanos decirle que la prueba del cristianismo está en la forma de vivir esta vida. Para el apóstol Pablo, no era simplemente una teoría, porque él dijo en los versículos 5 y 6 de este capítulo 1 de la Segunda epístola a los Corintios:
"Así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestro consuelo. Pero si somos atribulados es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados es para vuestro consuelo y salvación, la cual se realiza en el soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos".
Los sufrimientos que Pablo experimentaba eran una consecuencia de su relación con Cristo. A medida que el apóstol continuaba predicando el Evangelio sufrió a manos de los hombres (2 Corintios 11:23-26, donde se relatan las agresiones que sufrió), y también a causa de las privaciones que eran una parte de su tarea (2 Corintios 11:27). Al avanzar en nuestra lectura encontraremos que el apóstol Pablo habló extensamente sobre las aflicciones y problemas que estaba soportando en esa época de su vida, así como también aclaró que a través de todas esas circunstancias estaba recibiendo el consuelo de Dios. Continuando con esta lectura en el primer capítulo de esta Segunda epístola a los Corintios, vemos los versículos 7 al 10, donde Pablo nos dijo:
"Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación. Hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados en gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró y nos libra y esperamos que aún nos librará de tan grave peligro de muerte".
La esperanza de Pablo en Dios, que le sostuvo en sus relaciones con los Corintios, también fue efectiva en su propia vida. En vez de explayarse en la desesperación e impotencia de estas situaciones, en estos versículos Pablo resaltó enfáticamente y de manera convincente, cuan impotentes eran él y los Corintios si no fuera por el poder de Dios. Esto nos recuerda la importancia de la oración como un medio para provocar la intervención de Dios a favor de los suyos, que es algo maravilloso. Esto explica por qué Dios permite que nosotros tengamos problemas y dificultades, o que estemos enfermos. Pablo estaba diciendo que él estaba enfermo de muerte, y que había hasta perdido la esperanza de continuar con vida. En realidad, él dijo que la sentencia de muerte pendía sobre él. Una posibilidad es que se encontrase tan gravemente enfermo que quizá el médico le había dicho que iba a morir. Ahora hay también otras personas que piensan que se refiere a esa ocasión en Éfeso, cuando la multitud trató de darle muerte. Instigada por Demetrio y sus compañeros plateros, en el incidente relatado en Hechos 19:23, habrían despedazado a Pablo en esa ocasión y hubieran hecho de él un mártir. Aunque, en realidad, en dicho incidente, no se habló de que Pablo hubiera sufrido algún daño. Otras opiniones más recientes prefieran relacionar estas aflicciones con el incidente mencionado en 2 Corintios 11:24, en el que Pablo fue azotado por los judíos, ocasión en la que estuvo cerca de la muerte. Podría haberse referido a cualquiera de estas experiencias, la enfermedad o los citados incidentes; pero en cualquier caso, ambas le dejaron la sensación de tener una sentencia de muerte. Así que éstos y otros puntos de vista son meras conjeturas. Pero el no poder identificar a qué experiencia concreta se refiere el apóstol, permite a los creyentes actuales aplicar este pasaje a sus propias experiencias, especialmente cuando se encuentran en circunstancias desesperadas, y de las cuales, humanamente hablando, no pueden librarse. Y cabe destacar aquí que pasar por esas experiencias con tanta confianza en los propósitos de Dios es algo realmente hermoso. Es algo que todos nosotros deberíamos experimentar. Ahora, Pablo añadió en el versículo 10: "10Él nos libró y nos libra y esperamos que aun nos librará de tan grave peligro de muerte". Pero el caso fue que Pablo pensó que iba a morir. Ciertamente, para él la vida cristiana no fue precisamente un lecho de rosas. Algunos han sugerido que esta experiencia alteró de manera irrevocable la perspectiva de Pablo de su propio destino. Antes de ella, él había expresado su esperanza de que podría encontrarse entre aquellos que estuviesen con vida en el momento de la venida de Cristo, como expresó en 1 Corintios 15:51 y en 1 Tesalonicenses 4:15-17. Al parecer, a partir de dicha experiencia, se centró más bien en la resurrección de los muertos, como dijo en este mismo versículo, al manifestar su confianza en un Dios que resucita los muertos, y como escribió en Filipenses 3:10 y 11.
En primer lugar queremos decir que Dios permite que los cristianos sufran, tiene una buena razón para que ello ocurra, tiene un propósito especial en todo ese proceso aunque nosotros a veces no lo podemos entender. Él tiene por objeto que esa experiencia resulte para el bien de los creyentes. Él tiene la intención de que sirva para un buen propósito, para que los creyentes puedan consolar a otros.
Todo lo que usted y yo tenemos se debe a la misericordia de Dios. Y lo tenemos también para beneficio de otros. Indiferentemente de lo que poseamos, Dios nos lo ha dado para que lo podamos compartir con otros. Nos lo ha dado como una muestra de su misericordia. Si tenemos salud, bienes materiales, talentos o dones, Él quiere que los utilicemos compartiéndolos con los demás. Y también recordemos que si tenemos que enfrentarnos con el sufrimiento, o si estamos sufriendo por causa de Cristo, es porque Él lo permite.
Al Dr. McGee, autor de esta serie de estudios, se le reprodujo el cáncer en varias ocasiones, y nos contó que el médico no le dio muchas esperanzas de recuperación. Pero, Dios le libró de esa enfermedad durante años, aunque él sabía que podría recaer en cualquier momento. Sin embargo, él mantuvo su confianza en que Dios continuaría librándole de ella.
Aquí vemos que, a pesar de estar viviendo bajo grandes presiones, presiones que iban más allá de su capacidad humana para soportarlas, Pablo tenía confianza en que Dios le libraría del peligro de muerte hasta que hubiera acabado su carrera cristiana y su tarea se hubiera cumplido. Por ello podía decir confiadamente, nos libró de tan gran peligro de muerte, y refiriéndose al futuro podía afirmar sin jactancia, el aún nos ha de librar. Pablo sabía en quién había depositado su confianza y su esperanza. Humanamente hablando, no conocía sus posibilidades de supervivencia, pero creyó que Dios le libraría. Y así como Pablo la tenía, ésta es también nuestra esperanza, que está basada en Aquel que resucitó de los muertos. A Pablo, esa esperanza le hizo alegrarse por el hecho de que Dios le estaba permitiendo proclamar el Evangelio en aquellos días. Y entonces, solicitó que los creyentes de Corinto oraran por él. Veamos lo que dijo en el versículo 11:
"Para ello contamos con vuestras oraciones a nuestro favor; y así, siendo muchos los que interceden por nosotros, también serán muchos los que darán gracias por el don concedido a nosotros".
Aquí las oraciones de los Corintios fueron parte de su liberación, y un medio dispuesto por Dios para cumplir Su voluntad entre Su Pueblo. Así es que creemos que Dios permite que nos enfrentemos con dificultades para que estemos capacitados para consolar a aquellos que lo necesiten. De esa manera, la experiencia adquirida por nuestro sufrimiento puede beneficiar a otras personas. El Dr. McGee siempre dijo que su experiencia con el cáncer le permitió consolar a otras personas en su dolor.
Escuchemos otra vez lo que dijo Pablo en el versículo 8: "8Hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados en gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida".
Usted posiblemente recordará la fábula de Esopo sobre el viento y el sol. Esopo dice: "El Sol y el Viento disputaban un día encarnizadamente sobre su respectivo poder. No pudiendo convencerse el uno al otro con razones, como sucede a menudo, decidieron que ganaría el que consiguiera despojar a un viajero de la capa en que iba embozado. Comenzó el Viento primero a soplar con desusada furia sobre el pobre hombre; pero éste, al ver que la capa se le iba por todos lados, se la ciñó al cuerpo y desafió con éxito la fuerza del vendaval. El Viento se declaró vencido.
Le tocó al Sol la prueba, y después de disipar las nubes acumuladas por su adversario, empezó a dejarse caer sobre las espaldas del viajero con sus mejores rayos de mediodía. Poco después, el hombre detuvo su marcha, y no pudiendo resistir más el calor, se quitó la capa, la tiró al borde del camino y corrió a refugiarse sudoroso bajo la sombra de un árbol". O sea, que el sol logró lo que no pudo conseguir el viento.
Ahora bien, generalmente, el viento de la adversidad no nos apartará de Dios. Figurativamente hablando, cuando el viento comienza a soplar, y cuando todo se pone difícil y duro, inmediatamente queremos volvernos a nuestro Padre que nos puede alentar y consolar. Pero nos encontramos en una situación peligrosa cuando las cosas nos van demasiado bien. Cuando el sol está brillando, los cristianos parecen tener la vida demasiado fácil. Y entonces, es como si se quitaran el manto de la justicia práctica, y comienzan a comprometerse con el sistema mundano que se opone a Dios, cediendo en sus posiciones ante él. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido con muchos en la actualidad.
Sigamos entonces observando lo que Pablo dijo aquí en el versículo 12:
"Nuestro motivo de orgullo es este: el testimonio de nuestra conciencia, de que con sencillez y sinceridad de Dios (no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios), nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros".
Al ver éste y los versículos siguientes nos preguntamos quién habrá provocado en los Corintios dudas sobre la falta de compromiso de Pablo con la iglesia, o su presunta falta de sinceridad. Nadie lo sabe con certeza. Pero una conclusión razonable es que los Corintios fueron influenciados por apóstoles falsos, que buscaban desacreditar a su principal rival. Y aunque Pablo estaba reservando su confrontación abierta con sus oponentes para el final de esta carta, la polémica parece insinuarse en estos primeros capítulos.
Pablo estaba diciendo que él podía alegrarse a causa de su testimonio en la vida. Dejó bien claro que tenía un motivo de orgullo; que la conciencia le decía que se había portado limpia y sinceramente en este mundo, y que ello no se había debido a su propia sabiduría, sino que Dios en Su bondad, le había ayudado a vivir de esa manera. Estimado oyente, así es que no es por medio de nuestros propios conocimientos, que nuestras vidas constituyen un testimonio para aquellos que nos rodean. Si tenemos un testimonio efectivo para Dios será por haber vivido nuestra vida en la santidad y sinceridad que proviene de Dios. Pablo estaba diciendo que por la gracia de Dios el sufrimiento había producido en él ese estilo de vida. Es que el sufrimiento es una misericordia de Dios, que produce en nuestra vida unas cualidades que deben ser compartidas.
Luego dijo en los versículos 13 al 15, de este capítulo 1 de la Segunda epístola a los Corintios:
"No os escribimos otras cosas de las que leéis o también entendéis; y espero que hasta el fin las entenderéis; como también en parte habéis entendido que somos vuestro motivo de orgullo, así como también vosotros lo seréis para nosotros en el día del Señor Jesús. Con esta confianza quise ir primero a vosotros para daros una doble alegría"
O sea que la intención había sido visitarles dos veces, la primera visita al ir de Éfeso a Corinto, continuando después viaje a Macedonia, y luego una segunda escala en Corinto, en su viaje de regreso, antes de continuar su viaje a Judea. Pablo dijo, "¿no he sido una bendición para vosotros en mi primera visita? Pues os iré a visitar por segunda vez y quiero ser una bendición para vosotros. Y luego continuó en los versículos 16 y 17:
"es decir, visitaros de paso a Macedonia y desde Macedonia regresar a vosotros para ser encaminado por vosotros a Judea. Así que, al proponerme esto, ¿actué precipitadamente? O lo que pienso hacer, ¿lo pienso según criterios meramente humanos, de manera que diga Sí y No al mismo tiempo?"
Pablo había esperado poder ir a Corinto, pero todavía no había llegado allí porque cambió su itinerario (como adelantó en 2:1) y sus oponentes aprovecharon la ocasión para criticarle, presentándole como una persona poco fiable e informal. Ahora, algunos de sus enemigos en Corinto estaban diciendo, que él nunca había pensado ir, que no había sido sincero. Pero Pablo aquí les estaba reafirmando su sinceridad. Pablo dijo que cuando él decía Sí, quería decir Sí; y cuando decía No, quería decir No. Estimado oyente, los creyentes en el día de hoy deberían ser esa clase de personas. No deberían hablar con ligereza, en lo que concierne a sus compromisos y arreglos, en lo que se relaciona al mundo de los negocios y al concertar sus citas diarias. Necesitamos hombres y mujeres creyentes que cuando digan algo mantengan su palabra y la cumplan. Eso es lo que Pablo estaba diciendo. Luego continuó en el versículo 18 diciendo:
"Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No".
Pablo estaba afirmando que no decía las cosas con doble sentido, como si fuera inconstante. ¿Por qué? Porque Dios le había guiado, estaba cumpliendo la voluntad de Dios. Y continuó diciendo en el versículo 19:
"Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No, sino solamente Sí en él"
Cristo es el Sí de Dios. El evangelio que él había predicado era un evangelio glorioso, positivo, era un Sí. El Evangelio es algo que Dios ha hecho para nosotros y consiste en buenas noticias. No sólo tenemos a un Dios fiel, sino también a un Señor Jesucristo seguro. Y el versículo 20, dice:
"porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios".
Otra versión traduce este versículo de la siguiente manera: "Pues en él se cumplen todas las promesas de Dios. Por eso, cuando alabamos a Dios decimos "Amén" por medio de Cristo Jesús". O sea, que todo es positivo en Cristo Jesús. Y Dios, estimado oyente, quiere lo bueno para usted.
Estimado oyente, si usted da el paso de fe de confiar en el Señor Jesucristo como su Salvador, aceptando que Él ocupó su lugar en la cruz, su vida entera comenzará a ser transformada por el Espíritu Santo de Dios, quien hará realidad las promesas de Dios, trayendo a su vida nuevos valores, nuevas metas, y una nueva perspectiva positiva sobre este mundo y acerca de la vida eterna, después de la muerte. Le invitamos, entonces, a poner a prueba a Dios y a Su Palabra, para que usted mismo compruebe su veracidad. Porque Dios es fiel, y cumple todas sus promesas.
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